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Días tristes

Me ha perseguido la palabra APEGO a lo largo de mi vida la he escuchado varias veces en varias situaciones, una de mis mayores enseñanzas en las situaciones difíciles es precisamente que soy muy aprensiva, he escrito mucho acerca del lado bueno y positivo de la vida que no deja de lado que a veces la vida es complicada, difícil y dolorosa, aún en mis peores momentos considero que siempre tomo en cuenta que tengo los recursos necesarios para salir adelante de lo que se presente.


Pero ¿Qué pasa en esos momentos donde sientes que has fallado la prueba una vez más? cuando la vida te pone a prueba una vez más y te hace sentir impotente ante lo que parecía haber quedado en el pasado. A veces parece que cuando estamos en un momento bajo emocional es como este día de lluvia interminable que parece cada vez más nublado y justo así me siento hoy, la vida ha sido tan sabia que me ha llevado a través de todo lo que necesito para ser la persona que soy y a veces cuando crees que has llegado a cima y cuando has peleado todas las batallas te encuentras de nuevo en algo que parece iniciar de nuevo, cada situación cotidiana es parte de un proceso lleno de cosas que necesitamos experimentar por un plan mayor que ignoramos, el camino de la sanación puede ser doloroso más si no le damos el espacio de dejarnos la lección por la que esta frente a nosotros, algo que intento hacer desde hace varios años ya, es siempre que me siento triste, decepcionada, frustrada molesta o lo que sea es preguntarme ¿Qué es lo que tengo que aprender de esto?, y la respuesta en ocasiones no es tan evidente al menos no mientras estamos dentro del problema, la falla en la manera en la que vemos los problemas me parece está en que no creemos que este ahí por una razón, mi religiosa familia siempre me ha dicho que después de todo Dios no te manda nada con lo que no puedas, y trato de recordarlo a cada momento, lo que considero incorrecto es no asimilar lo que nos hace sentir mal, no me gusta quejarme de todo lo que no tengo o está mal en mi vida y sin embargo muchas veces caigo en la tentación de negar lo que estoy sintiendo, que es igual de incorrecto, no se trata de llorar cada que algo sale mal y autocompadecerse volviendo al papel de victima, aunque tampoco se trata de asumir el rol de la persona que es fuerte en cada momento, se vale sentirse mal de vez en cuando es justo permitirnos 5 min o 1 hora entera de llanto porque el dolor es como el oleaje del mar, hay momentos de calma y de un momento a otro vuelve una vez más y te golpea otra ola, en particular me cuesta mostrarme vulnerable ante los demás sin darme cuenta, he proyectado ante ellos que soy una persona muy fuerte, valiente y segura de mi misma y no dudo que lo sea en ocasiones es esa imagen la que me impide hacerle ver a otros o aceptar ante mi misma que no quiero ser fuerte siempre, que es agotador mostrarse así cuando alguien te lastima, cuando las cosas no salen como esperabas o cuando no ves claramente la salida ante un problema, así que me permito ser vulnerable de vez en cuando, quienes me conocen saben que nada me gusta mas que hablar y hablar por horas de lo que sea, es una de mis mayores virtudes y quizá una de muchas razones por las que soy psicóloga y como alguien que se dedica a escuchar los problemas de los demás puedo decirles que realmente la palabra cura es sanadora, si hay momentos en los que cargar con la etiqueta de "fuerte" o "valiente" es demasiado anímense a soltarla y a compartir con alguien más lo que sienten con alguien que saben que no los juzgara o si es necesario con un profesional, porque por experiencia se que nada es mas pesado y doloroso que guardar para si mismo lo malo que nos pasa.


Últimamente me ha sorprendido ver a cantidad de personas que me aprecian y que están dispuestos a escucharme como yo a ellos en otros momentos, después de todo lo que ayuda me queda claro que no es hablar del problema pero escuchándonos en otros encontramos las soluciones que hasta ahora no parecían tan obvias, necesitamos ese reforzamiento de otro diciéndonos que estamos haciendo lo correcto o que no estamos mal por sentirnos de cierta manera, después de todo como lo dije al inicio de esta entrada tengo que trabajar en mi apego y en aprender una vez más que todo es pasajero, que nada permanece todo cambia, todo el tiempo y que la tristeza es parte del precio a pagar por renunciar a lo que no nos hace felices y mientras escribo esto comienzo a darme cuenta que soy experta en el arte de renunciar aunque es mas fácil alimentar la fantasía quizá hasta menos doloroso, pensar que podemos retener un momento alegre o algo que no queremos que termine, aun incluso retener a una persona que ha concluido con su propósito en nuestras vidas, después de todo cada paso y cada experiencia negativa tiene un propósito y nada es mas doloroso que aferrarse a lo que ya se ha ido por ello cierro con esta imagen que me recuerda que no todo es malo cuando las cosas no salen como te gustaría...


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